Se hizo rogar pero ahí va: el primer programa de
No quiero ser normal, con sus respectivas secciones, con su espacio para el cine, con mensajes respondiendo a la consigna y con un psicólogo que ya en el cielo, dejó la pasividad que tenía en vida y enfurece con delay. Su enojo se hace escuchar aunque silbidos de ángeles se filtran para atenuar su bronca. Era necesario.
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